A lo largo de la historia de la aviación, numerosas mujeres han desafiado las convenciones sociales y técnicas de su tiempo, abriendo camino en un campo predominantemente masculino. Una de las figuras más destacadas es Amelia Earhart, quien en 1932 se convirtió en la primera mujer en volar en solitario a través del Atlántico, cimentando su legado como pionera y símbolo de valentía en la aviación.
Otra figura notable es Bessie Coleman, quien en 1921 se convirtió en la primera mujer afroamericana en obtener una licencia de piloto. Debido a las restricciones raciales y de género en Estados Unidos, Coleman viajó a Francia para recibir su formación, demostrando una determinación inquebrantable para alcanzar sus sueños.
En el ámbito europeo, Élise Léontine Deroche, conocida como la baronesa Raymonde de Laroche, hizo historia en 1910 al convertirse en la primera mujer en obtener una licencia de piloto. Su logro abrió las puertas para que más mujeres se aventuraran en la aviación, desafiando las normas de género de la época.
Estas pioneras no sólo rompieron barreras en su tiempo, sino que también sentaron las bases para la participación femenina en la aviación moderna. Su legado inspira a nuevas generaciones de mujeres a seguir carreras en este campo, contribuyendo al avance y la diversificación de la industria aeronáutica.